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Vida rural

En tiempos de confinamiento todos hemos tenido el tiempo y la motivación para revisar a fondo las condiciones en las que queremos vivir.

El frenazo que ha supuesto la pandemia del 2020 supone para muchos la oportunidad de dejar las grandes ciudades y buscar un entorno más favorable para la salud propia, física y mental. Es algo que está sucediendo.

Para Francisco, la casa que construimos en 2012 cerca del delta del Ebro se ha convertido en ese refugio soñado.

La casa es muy sencilla, y los materiales modestos.

La sensación del espacio interior es acogedora, madera, mortero de cal y suelo de cerámica como base, y muebles venidos de muchas casas y mudanzas, variopintos, llenos de pasado e historias.

Las aberturas a los cuatro puntos cardinales y diferentes patios y terrazas hacen que el sol se mueva a voluntad por el interior de la vivienda, y que abriendo dos ventanas opuestas, según como sople la brisa ese día, la ventilación cruzada recorre las estancias, refrescándolas.

La casa navega un mar de olivos, y para amparar un poco la vida diaria hay una valla que acota el espacio doméstico.

Una valla en zig-zag que evita la sensación de reclusión, serpentea entre olivos, protegiendo el espacio del huerto de alimañas y pillos.

Revisando el proyecto original, no quedan vestigios de él, pero tuvo la virtud de ser el impulsor de la grata realidad actual. Una realidad que si bien es poco “arquitectónica”, se ha convertido en un refugio delicioso.

Vivienda en el Pirineo

La casa del Pirineo representa un nuevo reto en varios aspectos.

En primer lugar, se trata de una rehabilitación de una Borda a media ladera, lejos del mundo, y que debido a las complicadas condiciones climáticas de la zona requiere mantener la cubierta existente durante la obra.

Por ello el proceso de construcción se ha invertido: en vez de derribar toda la estructura y la cubierta para trabajar sin obstáculos, realizamos una estructura interior de madera en dos plantas, manteniendo durante al ejecución la cubierta y sus apoyos, en especial el pilar central, que de otra manera se habría derribado, y una vez realizada la estructura interior se substituye la cubierta. Ésto nos ha permitido trabajar en el interior salvando las lluvias estivales y de otoño

En segundo lugar, se ha organizado un programa complejo, con una vivienda en dos plantas, un apartamento para invitados en planta baja y un dojo para la práctica del Seitai , que por cierto, junto al Aikido, representa una de las actividades clave para mi bienestar y evolución. Me dan la vida.

El programa nos ha llevado a diseñar una sección que aprovecha el desnivel del terreno, de manera que a vivienda y apartamento se acceden desde planta baja, mientras que el dojo y su dormitorio tienen acceso por la parte superior de planta primera.

En tercer lugar, debido a la remota ubicación de la borda y también debido a una filosofía de autosufciencia y aprovechamiento de la energía natural, se plantea una instalación fotovoltaica off-grid para el consumo eléctrico de la vivienda.

Con el objeto de no tener que dimensionar una instalación enorme para abastecer a la vivienda y afrontar los “picos” de consumo, se combina la fotovoltaica con un grupo electrógeno a base de gas natural, que nutre a una caldera mixta biomasa-gas para calefacción y agua caliente sanitaria, así como a los fogones de la cocina.

La intervención restaura la fachada de piedra, introduciendo nuevas aberturas para gozar de la espléndida vista del paisaje de ésta parte del pirineo. La construcción de la cubierta recupera las soluciones locales de montaña, sin pretender ninguna modernidad. Está bien ser discretos.